La morosidad de las familias argentinas con los bancos llegó a un récord histórico, alcanzando su nivel más alto desde 2010, según indican las mediciones oficiales. Este aumento se observa desde principios de año y se intensifica con la reciente suba de las tasas de interés.
Especialistas explican que la morosidad —el incumplimiento de pagos de créditos, préstamos y otros compromisos financieros— no solo afecta a los hogares, sino que también comienza a impactar en empresas y pymes, poniendo en riesgo la cadena de pagos de la economía.
“La preocupación central es que no se corte la cadena de pagos entre proveedores, pymes y grandes industrias, porque eso termina afectando a todos, incluidas las familias”, señalaron desde el sector bancario.
El fenómeno se ve agravado por la histórica brecha entre las tasas activas y pasivas: los bancos cobran intereses muy altos por préstamos personales mientras que los depósitos generan rendimientos bajos, en un contexto en que los salarios no crecen al mismo ritmo que las tasas.
Analistas advierten que, además de la situación económica, la incertidumbre política y la constante rotación electoral contribuyen a este escenario, dificultando la planificación financiera de hogares y empresas.