Melina Romero desapareció el 24 de agosto de 2014, tras salir de un boliche en San Martín, provincia de Buenos Aires, para celebrar sus 17 años. Sus padres denunciaron su desaparición y comenzó una intensa búsqueda que movilizó a la comunidad y a los medios del país.
Casi un mes después, el 23 de septiembre de 2014, su cuerpo fue encontrado en el margen del río Reconquista, cerca del predio de la CEAMSE en José León Suárez. El cadáver estaba dentro de una bolsa de residuos, y la autopsia determinó que Melina murió por asfixia y presentaba signos de golpes previos.
Durante la investigación, fueron detenidos varios sospechosos: Joel “Chavito” Fernández (20 años), Elías “Narigón” Fernández (22), Javier “Pelado” Rodríguez (44) y un adolescente de 16 años apodado “Toto”. Todos fueron señalados por una testigo clave, identificada como “M.”, quien aseguró que Melina fue llevada contra su voluntad, drogada y abusada antes de ser asesinada y arrojada al arroyo.
Sin embargo, la causa judicial estuvo marcada por contradicciones. La testigo “M.” fue acusada de falso testimonio y no pudo sostener sus afirmaciones. De los imputados, solo Joel “Chavito” Fernández llegó a juicio oral. En noviembre de 2017, un jurado popular lo declaró culpable de homicidio preterintencional y privación ilegal de la libertad agravada, y en diciembre de ese año fue condenado a 13 años de prisión por el Tribunal Oral en lo Criminal N° 5 de San Martín.
A pesar de la condena, familiares de Melina y sus abogados sostienen que Fernández no actuó solo y que otros involucrados quedaron impunes, por lo que reclaman que la causa se reactive. Por su parte, el Ministerio Público Fiscal, representado por la fiscal María Fernanda Billone, desistió de la acusación contra los otros tres imputados por falta de pruebas sólidas, dejando a todos en libertad.