A los 14 años, la vida de Joaquín González dio un giro inesperado. Una descarga eléctrica le provocó graves heridas, obligándolo a pasar por 18 injertos de piel y dos meses de internación. Sin embargo, la pasión por el básquet se convirtió en el motor de su recuperación. “Lo primero que se me pasó por la cabeza fue si podía volver a jugar al básquet, que era mi sueño, o tener una vida normal. Obviamente, elegí el básquet”, contó en diálogo con Del Mar Digital.
El camino de regreso no fue sencillo: atravesó una recuperación lenta y dolorosa en Buenos Aires y Madrid, con el acompañamiento de kinesiólogos, su familia, a quienes describe como “de oro”, y su inseparable amigo, Matías Sales. “Tenemos la suerte de que nos conocemos y jugamos desde muy chicos. Seguir jugando ahora, con 21 años, y debutar juntos en el club que nos vio crecer es un sueño compartido”, aseguró.
Anoche, esa meta se concretó. Joaquín debutó en la Primera de Ferrocarril Patagónico, en el marco del Prefederal, frente a Federación Deportiva. Aunque el encuentro finalizó con triunfo para el equipo local por 100 a 60. “Tuvimos algunas fallas, pero todavía queda un gran fin de semana junto a dos grandes equipos locales”, expresó tras el partido.
El calendario continuará hoy con un enfrentamiento ante Club Náutico Rada Tilly y mañana frente a Petroquímica, en una serie de encuentros que representan un nuevo desafío deportivo para el joven jugador.
Más allá de la competencia, la historia de Joaquín refleja resiliencia, amistad y superación. “Lo que uno siempre sueña lo puede cumplir. Hay que esforzarse mucho, no rendirse y apoyarse siempre en la familia”, afirmó.