Dejar la tierra natal nunca es fácil, pero para muchos jóvenes inmigrantes el desafío de comenzar de nuevo en otro país se transforma en una oportunidad de crecimiento. En diálogo con Del Mar Digital, tres jóvenes compartieron sus historias y sentimientos desde Comodoro Rivadavia, en el marco del Día del Inmigrante.
Julia, de 20 años y oriunda de Brasil, recuerda con especial cariño el clima y la energía que transmiten la música y las costumbres de su país. “Eso se extraña todos los días”, reconoce. Sin embargo, encontró en Argentina un refugio de afecto y cercanía: “Valoro mucho las costumbres familiares, lo cariñosos que son, la atención que nos dan a los extranjeros y, por supuesto, la comida”. Aún lejos, no deja de compartir su cultura: “Siempre tengo una playlist lista con música brasilera”. Su mensaje para otros jóvenes es claro: “Por más difícil que parezca, si tenés un sueño, animate. Te vas a adaptar igual”.
Gabriela Herrera llegó desde Venezuela hace seis años, acompañada por su familia. El motivo fue doloroso: la búsqueda de mejores condiciones para la salud de su hermana. “Lo más difícil es estar lejos de mi familia, hace seis años que no los veo. Extraño las risas, las comidas, los momentos compartidos”, confiesa. A pesar de ello, asegura que encontró un entorno que la abrazó: “Lo que más valoro de Argentina es la calidez, la disposición de ayudar y abrir la puerta”. Para ella, emigrar es “sembrar raíces en otro lugar, fusionando culturas sin dejar de ser uno mismo”.
Shatiry de Colombia, en tanto, decidió viajar hace dos años para continuar su formación académica. El desarraigo también lo marcó: “Extraño a mi familia, la comida, el clima… pero aquí me recibieron muy bien. Lo que más admiro es el compañerismo: que alguien te comparta un mate sin conocerte es algo muy valioso”. El frío fue un obstáculo, pero no un límite: “Culturalmente me adapté bien gracias a la gente”. Con fe y convicción, asegura: “No es fácil tomar un avión y dejarlo todo, pero hay que ser valientes y recordar que también acá podemos construir familias del corazón”.
En cada testimonio aparece un mismo hilo: la dificultad de dejar atrás lo conocido y la fortaleza para sembrar raíces en otra tierra, con la esperanza de crecer sin olvidar de dónde vienen.