Un golpe contundente contra el crimen organizado ha sacudido la provincia de Chubut. La Policía, tras una meticulosa investigación de cinco meses, culminó el operativo «Viento Blanco», que no solo resultó en la incautación de 20 kilos de cocaína de alta pureza y la detención de cuatro individuos, sino que también reveló una conexión escalofriante: la droga portaba el sello de «El Delfín», un clan narcotraficante de alcance internacional.
El ministro de Seguridad provincial, Héctor Iturrioz, fue el encargado de ofrecer los pormenores de la operación en una conferencia de prensa, donde dejó en claro la magnitud del descubrimiento.
Más allá del narcomenudeo: Un negocio de millones
Iturrioz enfatizó que este no es un caso de venta minorista. «No es narcomenudeo, es narcotráfico», sentenció el ministro, destacando que los involucrados poseen un considerable poder adquisitivo y contactos que se extienden más allá de las fronteras nacionales.
La cocaína incautada, por su excepcional pureza, alcanzaría un valor de al menos 400 mil dólares en el mercado. Esta característica sugiere que la sustancia no estaba destinada al consumo local directo, sino a una distribución a gran escala. «Difícilmente la droga se expenda en el estado de pureza en que la encontramos», explicó Iturrioz, señalando que la operación desmanteló un eslabón clave en una cadena mucho más grande. Además de la droga, se incautaron diversas armas de fuego, lo que subraya la peligrosidad de la organización y su capacidad logística.
«El Delfín»: La marca de un imperio narco transnacional
Lo que más impactó a los investigadores fue el sello en forma de delfín que adornaba cada ladrillo de cocaína. Esta marca es el distintivo de un conocido y peligroso clan narcotraficante que opera a nivel internacional, con un historial de operaciones que se rastrean desde las rutas de la hoja de coca en Sudamérica hasta los puertos de Europa. Estos sellos son utilizados por las organizaciones criminales para identificar la procedencia y garantizar la calidad de su producto a los compradores mayoristas, asegurando la trazabilidad dentro de su compleja red logística.
Aunque el origen exacto de la droga aún se investiga, las sospechas apuntan a rutas que parten del norte, presumiblemente desde Bolivia o Perú. La presencia de la marca «El Delfín» confirma que la red desmantelada en Comodoro Rivadavia no era un grupo aislado, sino una parte fundamental de una estructura criminal transnacional, con capacidad para mover grandes cargamentos de estupefacientes a través de Sudamérica. Este hallazgo eleva la investigación a un nivel superior, implicando a agencias federales e internacionales en la búsqueda de los cabecillas y las ramificaciones de este poderoso clan.
Un golpe a la salud pública y el llamado a la comunidad
El ministro Iturrioz subrayó la gravedad del delito, calificándolo como un ataque directo a la salud pública. Hizo hincapié en que cada kilo de droga incautado representa un freno a la proliferación de adicciones y a la desarticulación de las economías criminales que financian otras actividades ilícitas. La investigación, que se extendió por cinco intensos meses, demuestra el profesionalismo y la dedicación de las fuerzas de seguridad en la lucha contra un flagelo que afecta a toda la sociedad.
Al cierre de su exposición, el funcionario hizo un llamado a la colaboración ciudadana. «Lo importante es que la gente denuncie», exhortó Iturrioz, reafirmando el compromiso de las fuerzas de seguridad en la lucha contra el narcotráfico y destacando que la información aportada por la comunidad es vital para el éxito de operativos como «Viento Blanco». La denuncia anónima y la confianza en las instituciones son herramientas fundamentales para desbaratar estas complejas organizaciones criminales.