Eva Duarte de Perón, conocida como Evita, no necesitó una vida larga para dejar una huella imborrable en la historia argentina.
Proveniente de un origen humilde, su ascenso no fue solo personal, sino profundamente colectivo: con convicción y sensibilidad social, se convirtió en la Abanderada de los Humildes, llevando alivio, dignidad y justicia a millones de argentinos postergados.

Antes de convertirse en figura política, Evita se destacó como actriz de radio y cine. Su participación activa en el gremio artístico la llevó a representar sindicalmente a sus compañeros, experiencia que más tarde canalizaría como presidenta de la Fundación Eva Perón, desde donde impulsó una inmensa obra social que abarcó salud, vivienda, educación y asistencia directa a quienes más lo necesitaban.
Su compromiso político se forjó junto a Juan Domingo Perón, con quien estableció un vínculo de amor, y el cual, también fue político: desde ese lugar, Evita fue clave en la conquista del sufragio femenino en 1947, un hecho histórico que marcó la ciudadanía plena de las mujeres argentinas. No solo impulsó la ley, sino que promovió activamente la organización política de las mujeres a través de la creación de la Rama Femenina del Partido Justicialista, dándoles voz y representación real en la vida pública.

Hoy, su ejemplo sigue vivo en quienes levantan las banderas de la igualdad, la solidaridad y la justicia. En cada derecho conquistado, en cada mujer empoderada, en cada niño que accede a salud o educación, su figura está presente.
